martes, 23 de marzo de 2010

Altar de Dolores en vías de extinción ….















Altar de dolores en vías de extinción ….

En muchas otras partes se festeja el ultimo viernes de cuaresma con los tradicionales “incendios”, altares dedicados a la Virgen de los Dolores, una descripción bastante interesante de esta tradición la tenemos en una de las obras del escritor Agustín Yáñez, “Por tierras de Nueva Galicia” donde cuenta como se preparaban las familias a celebrar tal fecha con días de antelación y como eran llamados “incendios” por la cantidad de velas encendidas que en la oscuridad de las calles anteriores a la electrificación era como si las casas se hubieran incendiado, y de que además nunca faltaba que por un descuido y por tal cantidad de velas se suscitara de vez en cuando un incendio de verdad.
Los altares del viernes de dolores tuvieron en nuestra comunidad una connotación especial precisamente por tratarse de la Virgen de los Dolores la patrona a quien esta jurada esta parroquia, y porque según cuenta la tradición se comprometió el pueblo en juramento solemne celebrar tales viernes en agradecimiento a los favores recibidos gracias a la protectora imagen, tal juramento se supone que involucraba a todo el pueblo, sin embargo los barrios que mas se han caracterizado por tal celebración son los barrios de san Pedro y el de Las Maravillas, lo que motivaba una visita reciproca en tal fecha.
En su “Ensayo Histórico de Teocaltiche , don Manuel J. Aguirre menciona que fue en el año de 1774 cuando el pueblo de Teocaltiche, siendo cura de esta parroquia don Daniel Espinoza de los Monteros, dirigió una petición al obispo de Guadalajara, encabezados por el alcalde mayor don Luis Pérez Maldonado, en tal documento se pedía que se declarase día de fiesta el 11 de noviembre de cada año y se instaurara la celebración del viernes de la semana llamada de pasión en honor de la Virgen de los Dolores,
Tendría pues un mínimo de 236 años de celebrarse esta tradición en nuestra comunidad, tradición que como muchas otras se encuentra actualmente al borde de la extinción, no más de cuarenta familias en el barrio de san Pedro y apenas la mitad en el barrio de Maravillas, lo celebraron el año pasado, si bien no se puede negar el interés y la fe de quienes aun lo celebran tampoco podemos negar que el grueso de la población incluso desconoce esta celebración. Al margen de creencias religiosas y cuestiones de fe, la celebración de los Altares de Dolores es una tradición que se debe de rescatar consolidar y difundir ya que es parte importante de nuestras raíces y elemento fundamental de nuestra identidad como teocaltichences.
En años anteriores se debatía en algunos círculos las características que debería tener el altar de dolores y el altar de muertos en nuestra comunidad, sobre los altares de muertos ya hablamos y hablaremos en otra ocasión, pero lo que si debemos mencionar es que lo importante es que los viernes de dolores se celebren, ahora lo que realmente importa es que la tradición resurja, si bien es cierto que los altares se han ido derivando a una especie de “nacimientos” donde hacen su aparición diversas figuras y diferentes adornos, incluso los muñecos de marcas comerciales o peluches y otras modernidades, lo cierto es que debemos preocuparnos porque no desaparezca, de su conformación y de lo que debe llevar ya se ira trabajando en el camino. Sn embargo hay elementos tradicionales que son característicos de esta celebración y que afortunadamente no se han olvidado, la costumbre de ofrecer agua fresca a los visitantes de los altares, es decir el símbolo de las lagrimas de la Virgen, “¿aquí no lloró la Virgen?” preguntaban los vecinos, y una gama de aguas frescas se ofrecían a quien murmuraba un padre nuestro o un avemaría ante el altar, agua de Jamaica, de arroz, de alfalfa, pero principalmente agua de limón con chía, lo que nunca a faltado son también las ramas de sauce, esas ramas que parecen compartir la tristeza de la madre doliente y que parecen querer abrazar su imagen, la efigie del Cristo crucificado motivo del dolor de madre y las velas que elevan las plegarias y los sentimientos de duelo hacia el cielo, las naranjas agrias que comparten la amargura del dolor, se usan cada vez menos las palomas de papel blanco y las estrellitas de papel de estaño, las semillas puestas a nacer y cuyos tallos se mezclan verdes, blancos y amarillos entre las macetas y las flores, junto a las tinas con agua en donde nadan peces y ajolotes, esto ya muy escaso debido a la casi desaparición del rio, a su contaminación, y bueno, la flor de peña, esa mágica flor que se prende a los barrancos y que se guarda envuelta en si misma durante la temporada de secas hasta que vuelven las lluvias y se abre entonces para ofrecerse verde y hermosa a la vista, la flor de peña que también esta desapareciendo, se han ido deforestando los lugares donde crecía, y los vecinos se han descuidado de retornarla a su lugar de origen una vez utilizada, se tiraba a la basura o se dejaba perder, es preciso tener en mente una manera de conservarla.
En fin esperemos que este año sea de una gran participación de parte de las familias para que se vea que aun hay interés de conservar nuestras tradiciones, que se le de difusión y que quienes no hagan altares por lo menos se acerquen a visitarlos. Además, bien visto y bien manejado esta es una actividad que atraería el interés del turismo a nuestro municipio
Jesús Hernández
teocallintzintimes@hotmail.com